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Calados de Cenicero (bodegas subterráneas - cuevas; s. XIV - s. XX)

Calados de Cenicero:

Los calados de Cenicero son bodegas subterráneas que se encuentran a lo largo de toda la ciudad. Estos son más conocidos localmente como "cuevas". Y es que Cenicero es un gran queso gruyere, pues practicamente todo el casco antiguo, desde el puente de sillería hasta la Plaza de Toros, está plagado de calados y, por tanto, hueco en su subsuelo. Unos son más grandes, otros más pequeños, unos más altos, otros más bajos, unos más anchos, otros más estrechos, unos más antiguos, otros más "recientes", unos más originales, otros adaptados al enoturismo... pero absolutamente todos están construidos en sillería, con sus arcos de medio punto, sus "tuferas" con salida a la calle, lagos, trujales...

Todo ello nos lleva a hacernos varias preguntas: ¿cuántos calados hay en Cenicero? ¿desde cuándo? ¿cómo se construyeron? ¿por qué se llaman así? ¿cuántos tipos de calados hay? A continuación vamos a intentar dar respuesta a cada una de estas preguntas.

Número y edad:

Cenicero ha llegado a contar con cerca de 300 calados. En la actualidad, según José Ramón Frías, aparecen censados unos 248 a día 20 de junio de 2022, y es que, con el paso de los siglos, lamentablemente muchos han desaparecido a raíz de las nuevas construcciones o han tenido que ser rellenados por seguridad.

Hablamos del paso de los siglos porque estos calados llevan presentes en Cenicero prácticamente desde su fundación. De nuevo, José Ramón Frías afirma que hay calados que datan de los siglos XIII, aunque según nos dice, hay gente que se atreve a datar alguno en el siglo XII haciendo referencia a la situación geopolítica, religiosa y comercial de la época con las guerras castellano-navarras. A ciencia cierta, hoy podemos ver calados de los siglos XIV y XV, siendo estos los más antiguos.

Los calados no se dejaron de construir hasta el siglo XX, censando en "Zenicero" el Marqués de la Ensenada en su Catastro unas 110 cuevas, 57 lagos y 4 prensas para una villa que contaba con 180 casas y 1.000 habitantes en 1752. Es decir, el 61% de las casas contaba con una entrada al calado que había, o se había construido bajo ella. Y decimos entrada porque se da el hecho de que un calado grande, a día de hoy, puede llegar a cruzar varias calles, incluso varios edificios.

Para hacernos una idea de la ubicación de algunos de los calados más antiguos, y por tanto, también de la expansión de Cenicero, podemos afirmar que una de las bodegas subterráneas del siglo XIII se encuentra bajo "la casa de Minuto", en el barrio de "Los Caballeros", C. de Gregoria Artacho, 34; otra del siglo XIV bajo la casa fuerte con ventana gótica de la C. Trinquete, 3; del siglo XV son las ubicadas en la Plaza de España; todo ello siempre según el estudio de José Ramón Frías; del siglo XVI, aunque seguramente son anteriores, tenemos las de la Plaza San Cristóbal, y es que un visitador de la Iglesia, en 1552 avisa de las cuevas que trasncurrían y transcurren en los alrededores y bajo la ermita que había en dicho lugar.1 Con motivo de la expansión vinícola en el siglo XVI y XVII, pero sobre todo a partir del siglo XVIII, este tipo de construcciones fueron aumentando en número y tamaño hasta llegar al siglo XX, entrando en desuso tras la fundación de la Cooperativa Santa Daría en 1964, y retomándose de nuevo en la actualidad para la elaboración de vino y para albergar algo más que un merendero.

Construcción:

Posiblemente estemos ante las construcciones más antiguas de Cenicero junto con la casa fuerte del siglo XIV anteriomente citada. Todos los edificios que vemos en la actualidad, incluso las casas renacentistas del siglo XVI, son posteriores a muchos de nuestros calados. Pero si algo hace especial a nuestra ciudad no es su número, que también, sino su ubicación, y es que están construidos bajo las casas, todo Cenicero es una gran bodega subterránea, cosa que no sucede en los diferentes municipios de la región, ya que estos ubicaron sus bodegas en las afueras, en los llamados barrios de bodegas, sindo su número y tamaño más pequeños y las característricas de construcción diferentes. Covirtiendose así nuestra ciudad en un lugar único.

Al no haber documentos sobre su construcción nos imaginamos que fueron realizadas a pico y pala. Cuando creían haber llegado a los metros necesarios, unos 9 o 10 bajo suelo verticalmente hablando, comenzaban a excavar en horizontal, sacando la tierra con cubos a la superficie. Nuestros calados empezarían siendo pequeños cuvachones termiando por convertirse en las grandes cuevas de hoy. A cada paso que se daba horizontalmente se iban construyendo cimbras de madera para aguantar el terreno y para construir sobre ellas los arcos de sillería de medio punto que han pervivido hasta nuestros días.

Con el boom vinícola de los siglos XVII y XVIII era necesario seguir ampliando los calados, llegando a unirse muchos de ellos entre sí, convirtiéndose el subsuelo cenicerense en un gran laberinto de bodegas. Aún hoy en día muchos de nuestros calados conectan con diferentes calles, pudiendo entrar a una cueva por una de ellas y salir a varias calles de distancia. Al aumentar el tamaño de las bodegas también se hizo necesario ampliar los arcos de sillería de estas, dándose una similitud en muchas de ellas, como es la gran varidedad de distancias entre dichos arcos, y es que, según un dicho de la ciudad, si la cosecha de ese año se había vendido bien y había dinero, se construían los arcos a muy poca distancia unos de otros, en cambio, si no se había sacado el beneficio esperado estos arcos se construían más separados, ya que se seguía plantando viña y por tanto era necesario seguir ampliando las cuevas.

A parte de los arcos de medio punto, también se repiten varias estructuras en casi todas ellas. Una de ellas es la escalera de sillería en forma de "L" con un pequeño descansillo, aunque la más importante son las lumbreras o "tuferas" para mantener la cueva ventilada todo el año y, en época de vendimia, oxigenarla con grandes ventiladores a través de estos conductos para hacer desaparecer el tufo (dióxido de carbono) del interior y poder trabajar en ellas sin problemas. Si damos un paseo por el casco antiguo, y nos fijamos en las zonas inferiores de los edificios, podremos observar gran cantindad de rejillas y horificios verticales en las paredes, lo cual nos indica que debajo hay un calado y que esa es una de sus tuferas.

Otros elementos que nos podemos encontrar en algunos calados, pero no en todos, son los lagos (grandes depósitos de sillería, con capacidad para 50.000 kilos de uva) o los trujales, en los cuales terminaban de prensar las uvas una vez habían sido pisadas en los lagos. Pero todo ello no tendría sentido sin las cubas, grandes barricas horizontales de roble que ocupaban casi toda la superficie interior del calado, llegando a albergar casi los 10.000 litros de vino por unidad.

Para saber a siemple vista dónde hay una bodega subterránea o un lago lo que debemos hacer es fijarnos en la arquitectura de la ciudad. A medida que vamos andando las calles de Cenicero no encontramos con rejas, o agujeros, de diferentes tamaños en las paredes de los edificios (antiguos y modernos) a la altura del suelo. Estas rejas nos indican que debajo hay un calado, y es que, detras de ellas seencuentran los coductos de ventilación de la bodega y también para introducir oxígeno en época de vendimia. Popularmente son conocidas como tuferas o lumbreras. En cambio, para saber qué casa contaba con lago, debemos fijarnos en la gran cantidad de ventanas cuadradas o rectangulares a media altura, entre el suelo y el primer piso. A través de ellas se volvacan los comportones y caía la uva directamente al lago. Por lo tanto, si hay lago, también hay cueva. Otro de los elementos originales de los calados son sus accesos típicos con puertas anchas rodeadas de sillería. Estas son más dificiles de ver, ya que la mayor parte de etos accesos quedó dentro de las casas o directamente no exitían, al tener un acceso diáfano dentro de la vivienda.

¿Por qué calados?:

Según la tradición oral de Cenicero, estas bodegas subterráneas fueron excavadas por los propios agricultores, campesinos y jornaleros cuando llovía y no podían trabajar en las viñas. Era entonces, cuando llegaban mojados (calados) y llenos de barro, cuando se dedicaban a seguir construyendo sus cuevas, siendo ayudados el resto de días por los arquitectos y canteros de la zona. Se ha de tener en cuenta que por aquel entonces eran familias grandes con muchos miembros y que les costaba construirlos una media de 100 años.

Tipos de calado:

Como habéis leído al inicio de la publicación, cada una de nuestras cuevas es diferente en gran variedad de características, aunque todas siguen el mismo patrón. Por ello nos podemos encontrar con verdaderos tesoros ocultos que ni imaginábamos, ni tan siquiera después de haber visto gran cantidad de ellas. Siempre nos vamos a encontrar con características constructivas únicas y de gran belleza, siendo un placer poder concer cada una de ellas. 

Aun con todo si que vamos a distinguir, en un principio, entre dos nombres: a una cueva pequeña, en la cual no entraba ni un tino, se le conocía como cuvachón. En cambio decir calado, calao o cueva, era hacer referencia a una bodega que pudiese albergar cubas en su interior.

Redacción y fotos: Oficina de Turismo de Cenicero: 15/02/2023 (David Frías Anzuola).

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1. Gómez Urdañez, J.L. (Coord.)., Cenicero Histórico. Transformaciones económicas y cambios sociales en una ciudad riojana, Logroño, Mogar Linotype S.A., 1987, p. 327.

Calado del Ayuntamiento (municipal). Foto: código QR exterior.

Calado del Ayuntamiento (municipal). Foto: código QR exterior. Pasillo interior subterráneo que nos lleva a otro calado, en otra calle.

Calado del Ayuntamiento (municipal). Foto: código QR exterior.

Cueva de los Boticarios (municipal).

Cueva de los Boticarios (municipal). Podemos observar los caños y la pared del lago, así como una de las tuferas interiores de la cueva que se usaba también para hacer llegar el vino del lago a las cubas.

Cueva de los Boticarios (municipal). Tufera interior y bajada a la cueva.

Cueva de los Boticarios (municipal). Pared y canillones del lago y escalera en "L".

Cueva de los Boticarios (municipal). Bajada y aproximación al primer cruce laberíntico. Paredes en piedra y tierra original.

Cueva de los Boticarios (municipal). Cruce laberíntico de escaleras hacia diferentes direcciones y pisos.

Cueva de los Boticarios (municipal). Mismas escaleras desde otro punto de vista.

Cueva de los Boticarios (municipal). Bajada a la cueva con las cubas originales.

Cueva de los Boticarios (municipal). Entrada a la cueva. Cuba y arco de sillería en el que se puede observar la técnica de construcción.

Cueva de los Boticarios (municipal). Detalle de construcción del arco de sillería, piedras sedimentadas y la tierra original.

Cueva de los Boticarios (municipal). Una de las cuevas propiamente dichas con las cubas originales. Arcos de sillería y de ladrillo cubriendo la tierra.

Cueva de los Boticarios (municipal). Continuación de la cueva anterior, tapiada posiblemente por herencias.

Cueva de los Boticarios (municipal).Subida de la segunda cueva. Puerta de barrotes para dejar respirar a la bodega y las cubas de fondo.

Cueva de los Boticarios (municipal). Más escaleras laberínticas que comunican con las dos cuevas y nos llevan a otros calados subterráneos.

Cueva de los Boticarios (municipal). Camino de vuelta al lago y a la tufera grande.

Cueva de los Boticarios (municipal). Bajada a la tercera cueva, también con cubas originales.

Cueva de los Boticarios (municipal). Tercera cueva, con parte de una de sus cubas y la puerta de barrotes de hierro.

Puerta típica de acceso a una bodega. Aún conserva la acreditación de pertenencia al Consejo Regulador de Rioja.

Arquitectura entorno al vino. Otra entrada típica de bodega.

Tufera o lumbrera que nos indica la presencia de una cueva. Necesarias para la correcta ventilación de la bodega.

Ventilador que se ponía en las tuferas para llenar la bodega de oxígeno y poder bajar a ella cuando el vino estaba fermentando. Cueva "La Bombilla" (privada).

Ventana a media altura que nos indica que detrás existe un lago, y por lo tanto también un acceso al calado.

Otro tipo de ventana que nos indica que el lago de esta bodega, o casa, es mayor que el anterior. También podemos observar otro tipo de tufera en la parte inferior de la imagen.

Bodegas Valentín Pascual (abiertas al público). Lago donde se vertía la uva traída en comportones.

Bodegas Valentín Pascual (abiertas al público). Pisado tradicional de la uva en el lago.

Cueva de Ricardo (particular). Trujal original.

Bodegas Valentín Pascual (abiertas al público). Trujalando de forma tradicional.

Bodegas Valentín Pascual (abiertas al público). Trujalando de forma tradicional.

Oficina de Turismo de Cenicero. Comportón y cántara, donde se transportaba la uva y el vino tradicionalmente.

Bodegas Tritium (abiertas al público). Calado subterráneo enoturístico.

Calado de Catas "El Legado" (abiertas al público). Calado subterráneo enoturístico.

Bodega Calado 1880 (abiertas al público). Calado subterráneo enoturístico.

Vinos Sonoros (abiertas al público). Calado subterráneo enoturístico.