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Molino harinero (s. XVII)

Descripción e historia:

El antiguo molino, hoy en ruinas, se encuentra en la orilla riojana del río Ebro, a la altura de la Ermita de la Virgen del Valle. Como podemos observar en las fotos 1,2 y 3, se trataba de un molino harinero hidráulico bastante grande. No tenemos referencias de cuándo se pudo construir, pero ya aparece en el Catastro del Marqués de la Ensenada en el apartado de Cenicero, escrito el 23 de octubre de 1752 (foto 15). Sabiendo que eran edificios costosos económicamente de levantar y que este pertenecía a la Marquesa de La Lapilla, debemos suponer que costeasen ellos las obras, pudiendo afirmar así que es una construcción anterior a 1686, ya que tenemos constancia de que la V Marquesa de la La Lapilla, Faustina Barrón de Fonseca, tuvo vivienda en Cenicero cuando se casó en segundas nupcias con el padre de la VII Marquesa de La Lapilla (Juan Alonso de Gaeta Girón) el 28 e marzo de 1686. Esta VII Marquesa fue María Esperanza, que es la que sale citada en dicho Catastro.1

Según el documento del que venimos hablando, se trataba de un molino harinero con tres ruedas para moler, presa y canales anexos por los que se llevaba el agua del río Ebro hasta el molino para mover estas ruedas sin interrupción. Estos molinos, o "fábricas de harina" como se les conocía en la época, se servían de la fuerza del agua para su funcionamiento, ya que esta, al entrar al edicifio, caía sobre una turbina haciendo que girase. Si nos fijamos en las fotos 4 y 5, nuestro molino era megahidráulico, lo que quiere decir que tenía más de una rueda, en este caso, como observamos, contaba con tres rodeznos horizontales que, a tavés de "árboles" verticales, trasladarían la fuerza giratoria a las piedras volanderas para moler, como podemos observar en las fotos 6 y 7. En la actualidad no nos ha quedado nada de la presa y canales originales que se usaban para llevar las aguas del Ebro al molino, el cauce del río también ha ido cambiando con el paso de los siglos (como podemos observar en la foto 8, cuando el río rodeaba el molino, que aparece levemente a la izquierda). Hoy en día aún podemos ver por donde volvía de nuevo el agua al río, además de un gran canal dentro del propio molino (fotos 3,9,10 y 11).

Este molino era capaz de moler en sus 24 horas de trabajo ininterrumpido cerca de 240 fanegas de trigo, produciendo en un año 300 ducados de vellón, según el Catastro del Marqués de la Ensenada. Los molineros, por tanto, eran considerados verdaderos artesanos, ya que debían calibrar el caudal del agua, el giro de las ruedas, y reparar todo lo que tenían que ver con su buen funcionamiento para que un alimento tan preciado y primordial como el pan no faltase al no poder producir harina suficeinte. Tornándose molinero y molino en imprescindibles.3

En el molino, a parte del propio molinero, se nos dice que trabajaban tres personas más, ya que este debía hacerse cargo, y mantener, un barco con sirga que unía las dos riberas, la riojana y la alavesa, para la taída de grano desde allí, sin contar el mantenimiento del canal, el propio molino y de la presa cuando había crecidas en el Ebro, las cuales solían ser frecuentes.3

Esta fábrica de harina era propiedad de María Esperanza de García y Fonseca, Marquesa de La Lapilla y según Cenicero Histórico, el molinero Matías de Esperanza, a parte de tener que pagar una renta a los propietarios del molino, ganaba anualmente 3.300 reales. Matías era un gran propietario a mitad del s. XVIII, contando con 25 fanegas de viña y más tierras que tenían que ser cultivadas por jornaleros y alguno de los tres criados que tenía (rondando los salarios de los últimos entre los 364 y los 132 reales anuales), si el trabajo en el molino se lo permitía, por no hablar de la casa con cueva, criada casera y los 150 reales anuales que ganaba por pescar en el Ebro. Finalmente, este se endeudó por los gastos que tuvo en 1773 y por la poca rentabilidad que tenía ya el molino, siendo deshauciado por el hijo de la marquesa de La Lapilla, el cual había unido dos marquesados en su persona, el de La Lapilla de su madre y el de Monasterio de su padre.4   

Dos años después de este suceso, en los días 19, 20 y 21 de junio de 1775, tuvo lugar una de las mayores crecidas que se recuerdan del Ebro. Desde Miranda de Ebro hasta Zaragoza se la conoció como "la espantosa y jamás vista avenida del río Ebro".5 Cuenta de ello nos dejó un informe de las autoridades municipales de Logroño, en el cual nos dicen que el agua subió tanto que tapó por completo el puente del momento sobre el Ebro, llegando el agua al antiguo castillo, que se situaba en lo que hoy es el Hospital de La Rioja. La muralla con la que contaba en su momento la ciudad hizo de parapeto, aunque calles como la Rúa Vieja o la antigua Tenerías o de los curtidores (según el documento "Zurrerías") tuvieron un gran nivel de agua en sus calles. Los logroñeses para intentar parar esta crecida sacaron de procesión hasta el límite del agua a la Virgen de la Antigua, al día siguiente al ver que seguía subiendo el nivel a Jesús sacramentado, y así sucesivamente. Como es normal, el agua no dejó de subir, produciendo graves daños en viviendas extramuros, campos y huertas, y en dos molinos hidráulicos a orillas del Ebro. De uno de ellos tuvieron que ser rescatados el molinero y su familia, ya que el agua estaba llegando al techo. Para hacernos una idea de lo que costó recomponer el molino de las Norias, que era el que mejor parado había salido de los dos, la suma ascendió a los 3.000 ducados (el sueldo de 10 años de trabajo del molinero de Cenicero). Por lo que nos podemos imaginar el costo que les suponía a los molineros, tanto cenicerenses como no, el dejar de nuevo los molinos perfectamente arreglados para proseguir con la producción.6

En Cenicero, en la actualidad, cuando hay riadas grandes, en uno de los sitios en los que nos fijamos para determinar la importancia de las mismas es en el antiguo molino.

Reconstrucción de un molino como podría haber sido el de Cenicero en las fotos 12,13 y 14.

Paseo del río Ebro.

Redacción y fotos de: Oficina de Turismo de Cenicero, 16/12/2022 (David Frías Anzuola).
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1. Salazar y Acha, J., Los Grandes de España (siglos XV-XXI), Madrid, Ed. Hidalguía, 2012, pp. 334-335.
2. Catastro del Marqués de la Ensenada digitalizado de La Rioja, Cenicero. Autos y Respuestas Generales, Vol. 0213, Nº: 0022, 1752.
3. Gangutia Frías, D.J., Un paseo por Cenicero, Logroño, Gráficas Pevisa S.L., 2007, pp. 42-43.
4. Gómez Urdañez, J.L. (Coord.)., Cenicero Histórico. Transformaciones económicas y cambios sociales en una ciudad riojana, Logroño, Mogar Linotype S.A., 1987, pp. 410-411.
5. Izquierdo, M., Y las aguas del Ebro anegaron Logroño en 1775, Logroño, Diario La Rioja.
6. Rodríguez, J., Verdadera relación, en la que se da cuenta, y declaran los formidables estragos, Logroño, 1775. Disponible en la Biblioteca Virtual de La Rioja.








Los tres huecos donde se ubicarían los rodeznos horizontales, sobre ellos las ruedas moledoras.


Hueco donde estaría el rodezno horizontal y canales por donde entraría y saldría el agua que lo hacía girar.






Instantánea antigua de Cenicero, seguramente de principios del s.XX, donde vemos a la izquierda parte de la pared del molino y cómo ha cambiado el cauce del río Ebro en la zona.






Canal interior del molino.








Respuesta de la Villa de Cenicero en el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 a la pregunta nº 17.