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Los urbanos

Sucesos

El 21 y 22 de octubre de 1834 tuvo lugar el asedio a la torre de Cenicero por los carlistas. La Milicia Urbana de Cenicero, de unos 40 hombres, resistió bizarramente durante 26 horas seguidas a las tropas de Zumalacárregui, de unos 5.000 soldados.

Hubo escenas patéticas. Los carlistas obligaron a Doña Benita Hernáez, que tenía dos hijos encerrados en la iglesia, para que les intimidase a la rendición obteniendo a cambio perdón; doña Benita les conminó a resistir con estas palabras: “Hijos míos: me obligan a que os diga que entreguéis las armas, pero yo os aconsejo que os defendáis hasta el último aliento; y si me traen por delante con vuestras hermanas, matadnos antes que rendiros”.Sus hijos conmovidos la obligaron a encerrarse con ellos.

Los Urbanos de Cenicero, con solamente 1.800 cartuchos, resistieron desde las once de la mañana hasta el anochecer del día 21 en la puerta de la iglesia, con algunos agujeros como troneras. Zumalacárregui tomó el fortín por la noche, obligando a los urbanos a encerrarse en la Iglesia formando otro débil parapeto, desde donde siguieron contestando con cartuchos y tejas durante toda la noche.

Zumalacárregui hastiado de sus infructuosos resultados decide dar fuego a la iglesia quemando altares, órgano, imágenes etc. utilizando para avivar el fuego mobiliario de las casas de Cenicero. Tratando de endurecer los efectos del fuego echaron en él cuanto pimiento molido y sin moler había en el pueblo.

No murió ni uno solo de los encerrados en la torre, único lugar que se salvó de las llamas gracias a un aire castellano que inclina las llamas a la parte opuesta de la torre. El balance de las fuerzas carlistas fue de unos 60 muertos y más de 80 heridos.

A las once del día 22, tras 26 horas de lucha, Zumalacárregui abandona Cenicero ante el temor de la llegada de auxilio, diciendo: “Bien merecen esos valientes ser premiados, si cosa mía fuera, no echaría en olvido su heroísmo”.

Esta gesta heroica se celebra con admiración y asombro en toda España, traspasando fronteras. La reina otorga a estos valientes medallas de oro en forma de estrella, doce de los más distinguidos son condecorados con la cruz individual de Isabel II. Económicamente, por suscripción en varias provincias de España y del extranjero, se alivia a los Urbanos , cuyas casas habían sido saqueadas por las tropas de Zumalacárregui.

Fundada la Sociedad y Cofradía de Los Urbanos se celebra su fiesta el 22 de octubre hasta 1936.

En 1897 se acordó levantar un monumento a la memoria de los héroes, encargándose la ejecución de una estatua de la Libertad a don Niceto Cárcamo de Briones.
El ayuntamiento donó 300 pesetas, y la Sociedad de Milicianos los fondos que tenía; el Duque de la Victoria 100 pesetas; Sagasta 250 y otras 100 el Marqués de Reinosa.

El 27 de Octubre de ese mismo año se coloca en la plaza de Cantabrana hasta 1936 . En 1976, gracias al entusiasmo de un grupo de cenicerenses era reinstaurada nuevamente en esa misma plaza con un nuevo pedestal, obra de los escultores Dalmati-Narvaiza. En 1.997 se celebra el centenario de la Estatua de La Libertad. Con tal motivo se crea una comisión que se encargaba de coordinar y organizar los actos que se celebraron a lo largo de todo el año en memoria de La Libertad. De todos los actos, el más significativo fue el cambio de estatua.
En este pedestal, se encuentra una placa con los nombres de los protagonistas de esta gesta.






Con motivo del Centenario de La Estatua de La Libertad, en 1997 se llevaron a cabo una serie de actos creando una Comisión encargada de organizarlos.

También se hace una réplica en bronce de la estatua porque con el paso del tiempo se encuentra muy deteriorada, produciéndose un nuevo cambio y descansando la auténtica de hierro en el Vestíbulo de la Casa de Cultura «Las Monjas».